lunes, 1 de diciembre de 2014


Dejé a una mujer 
cogerme del brazo
y se coló en mi corazón.

Hoy mi brazo
se deja coger
pero mi corazón,
a menudo,
permanece ausente.

jueves, 5 de junio de 2014

La nube



Descansaban, tumbados del lado izquierdo, plácidamente, los ojos entrecerrados, la satisfacción en los rostros. El brazo de él, relajado a lo largo de la almohada encaja en el hueco del hombro femenino. Mientras olía su pelo, la mano derecha rodeaba su cintura.
Las respiraciones pausadas, tranquilas, acompasadas. Piel contra piel, la fragancia de la tranquilidad envolvía el tálamo. La sensación más parecida a la vaporosidad de yacer en una nube.

Un leve movimiento de cadera activó el oculto resorte que libera el bombeo de la sangre por los cuerpos y a medida que los corazones se aceleraban, las manos buscaban el roce de zonas más exclusivas, el desahogo de los dedos.

Con lentos movimientos, juguetones, caricia hecha gozo, ambos fueron tomando temperatura y entrega. Fueron recorriendo lugares comunes, erizando la piel. En un momento ella giró, de forma imperceptible, el cuerpo colocando sus manos junto a la cara, como en un vano intento de ocultar su azoro, arqueando la cintura, dejando la cadera elevada y separando las rodillas al tiempo que las doblaba. Una mirada furtiva, el brillo juguetón de sus ojos, un profundo suspiro...

...ahora sí que mientras la mano izquierda quedaba libre para juguetear con los dos erectos pezones, flotando a ras de sábana, la derecha se deslizaba por la redondez de sus nalgas para, con sus dedos, ir en busca de la más de las preciadas sonrisas...

...sueños cálidos, de corazones ardientes, ansiosas respiraciones, movimiento lentos, sensaciones húmedas, susurros cómplices, comunión de pieles que permiten acomodarse, sin que se rompa, en los pliegues de la nube...



jueves, 22 de mayo de 2014

La Cita


     Era la hora. Ya había dado más vueltas de las debidas y decidió aparcar. Giró la llave de contacto y la música cesó. Respiró sintiendo el aire llenar sus pulmones y abrió la puerta del coche. Bajó y cerró. 

     Allí estaba. La tenía frente a él: estaba increible. Intentó encontrar en su  memoria otra imagen en la que ella apareciera más luminosa pero fue en vano. Sintió que el corazón se le aceleraba y las rodillas flaqueaban.
     Había acudido con ansiedad por volver a estar junto a ella, con la inquietud del resultado en la nueva cita, con la resolución de una relación adulta y cabal, con premura pero aplomo... y ahora se sentía como un colegial esperando para pedir baile. La entereza tan bien pensada durante días había desaparecido...

lunes, 19 de mayo de 2014


Paso los días ocupado,
llenando de quehaceres los minutos,
construyendo una excusa
que me impida ir hasta ti,
que me impida fundirme en tu calor,
que me salve de ahogarme en tu mar.

Paso los días ocupado
pensando nimiedades,
menudencias sin sentido,
para no pensar en ti;
en mis dedos recorriéndote,
en los pliegues de tu cuerpo,
en los entresijos de la vida,
en las costuras de tu ropa.

Paso los días ocupado
inventando nuevos proyectos
que impidan recordar
tu labio mordido de placer,
tus ojos entrecerrados,
tu suspiro de satisfacción, 
tu cintura contraida,
el temblor de tu cuerpo junto a mí.

Paso los días ocupado.

lunes, 24 de marzo de 2014

La sensación

He perdido una sensación. Nada más. Ni más ni menos. La sensación de que eras mía; por un momento, por unos instantes, eras mía y yo tuyo y nada más había en el mundo. La sensación de ser capaz de hacerte feliz igual que yo me sentía. Sin complejos, sin remordimientos porque el mundo no existía más allá de nuestros momentos, de nuestros buenos días. La sensación de. por un instante, ser tu esclavo, tu sirviente, tu médico, tu rey...y saberme así percibido. La sensación de irradiar felicidad porque esa sensación me hacía feliz.
La sensación de no deber explicaciones, de una vida sin hipotecas, de un recargar las pilas en un abrazo... la sensación de un tesoro compartido, íntimo...
el motor de mis días...

martes, 25 de febrero de 2014

Dependencia


Recorro pasillos con paso firme, formal, marcial, profesional... mientras mi mano acaricia tu amor escrito en mi bolsillo, brisa de aire que me ilumina el rostro, me dibuja la sonrisa que me alegra la vida mientras descuento los latidos que uso hasta que llegue el instante en que te vea de nuevo, el instante de sentirte junto a mí, de rodearme de tu olor, de aspirar el máximo posible para tenerte dentro de mí... 
Así no es viable consulta alguna: cualquier pregunta lleva implícita la única respuesta de vivir junto a ti; dependo de tus olores, de los brillos de tu pelo; el recuerdo de tus pasos marca la ruta que recorro, las paradas a la entrada de cada estancia esperando encontrarte tras la puerta; ya sé que no estás pero aún así voy. Mi hombro descansa en el marco de cada umbral que traspasas recordando tus estancias...
Tal vez no sea amor, quizás solo sea dependencia, anhelo, nostalgia, sed de ti.

miércoles, 19 de febrero de 2014



          
          Hoy te he vuelto a ver. He descubierto en tu mirada, en los rosados pómulos, en el olor de tu aura, la hembra que me atormenta. La que no me deja respirar, la que me oprime el pecho y me acalora el rostro. Y así, bajo su influjo, en su presencia no deseo nada más, no pienso en otra cosa. No hay espacio para el mundo porque la vida empieza y termina en ti. 
         Cuando la hembra asoma todo palidece a su alrededor: la bondad, la maldad, cualquier catalogación moral pierde el sentido. La mente frena el ardor de mi pecho, el deseo de fundirme en tu llama, de ser sólo uno, de olvidar quienes fuimos, de ignorar el futuro.
          Sigo el rastro de tu olor en mi mente y me niego a olfatear los pasillos y las calles tras de ti. Porque en estos momentos rastrearía hasta el último rincón del Universo por buscar el brillo de tus ojos y sé, conozco que hallaría la perdición. Entraría en el mundo espiral de las locuras absorbentes y no cesaría de girar asido a tu recuerdo.
        Cuando la hembra vuelve no hay fuerza en el Universo que pueda frenar la atracción que ejerces sobre mí. Y es entonces cuando no queda espacio para el raciocinio, para la inteligencia, para la comprensión; es entonces cuando los perros aúllan a la luna aunque ésta esté oculta tras las nubes.          Es el momento de la pasión, de la entrega, de la posesión... de lo inalcanzable... de los hombres convertidos en héroes.

sábado, 18 de enero de 2014

El sólo la miraba. 
Con la sonrisa limpia. 
Con los ojos perdidos, 
como no queriendo entornarlos 
por si no fuera real. 
La miraba como si fuera magia.

Ella se lo reprochaba. 
Se revolvía incómoda 
como temiendo haber mostrado 
algún secreto inconfesable. 
O todos. 
Como si fuera transparente.

La ternura de la mirada, 
la inocencia de la sonrisa, 
hacían de aquella situación 
deseada y odiada; 
reconfortante e inquietante...